El Fenómeno de la Corrupción como
Amenaza
al Sistema Político Bolivariano
Por: Daniel H. Lamas Daza
El filósofo y pensador
alemán, creador de la Teoría Burocrática Max Webber, afirmaba que por más de
cien años los pueblos se han definido de muchas y variables formas, sin
embargo, si aspiran poseer o poseen un espacio político propio se les
denominará “Nación”, en tal sentido, para Webber esa “comunidad de sentimiento”
como la denomina, debe manifestarse en el orden político o difícilmente se
consolidará como comunidad.
El resto de los aspectos
que generalmente conforman el concepto tradicional de Nación, es decir los
aspectos o bases históricas, culturales, étnicas, simbólicas entre otras, el
citado filósofo las señala como “componentes causales”, la cuales terminan de
estructurarla y en función de estos elementos al ser convertirlos en materia
política se construye, consolida, promueve e inclusive se defiende una Nación.
Se resume entonces que Webber considera la Nación como “la ocupación y uso del
poder en un ámbito autónomo”.
Por tanto, la Nación se
encuentra soportada por dos elementos fundamentales, una concepción genética
(comunidad cultural con conciencia de identidad) y prospéctica (un proyecto de
futuro a través de la Constitución Política). De acuerdo a ello la comunidad o
sociedad busca el bien común constituyéndose en una comunidad política.
La política busca
entonces organizar la sociedad y estimular su participación en el gobierno
común de la misma. La escritora Hannah Arendt, señala alguna características
interesantes de la misma, entre las que se encuentra la pluralidad por cuanto
hay una participación social de la misma, si bien se realiza entre los hombres,
no proviene del él, por cuanto se da en los espacios públicos, siendo el hombre
libre para discutir en torno a ella y buscando de manera permanente la
convivencia y el bien común.
En ese mismo orden de
ideas, ese ámbito autónomo de la Nación con poder ya indicado se transforma en
Estado, a través de la creación e incorporación de un ordenamiento jurídico que
permita direccionar ese cuerpo político y el contrato social pactado por sus
miembros, asimismo se hace necesario que
el Estado sea entendido como radicalmente independiente y soberano, aspectos
considerados esenciales para que de alguna forma pueda atender y satisfacer las
“necesidades” de la Nación. Esa relación entre el Estado y la Comunidad
Política tiene una visión instrumentalista-sustancialista, por cuanto el Estado
es un medio para que la comunidad política pueda satisfacer sus necesidades
materiales, espirituales e intelectuales.
En el caso venezolano
especialmente en un marco social, de derecho y de justicia, como lo señala el
artículo 2 de nuestra Constitución Política que adicionalmente propugna como “valores
superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad,
la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad
social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político”.
Estos valores que actúan
como guía conductual de la Nación, busca la cohesión a través de un sistema
monolítico de ideas, creencias y valores homogénenos, profundamente arraigados
en su propia historia, el cual funda de una manera unívoca los ideales de vida
de la sociedad venezolana, es decir, una ética cultural que configura y define
una fuerte identidad colectiva.
Ahora bien, el debate
central del quehacer político se encuentra íntimamente ligado a ese elemento
ético, su ejercicio definido como ética pública permite como se señalara
anteriormente, aglutinar estos elementos; en el entendido de principios y
normas para ser aplicados en la conducta del hombre que desempeña una función
pública. Se concibe como un área de conocimiento de contenido universal que
agrupa valores y virtudes orientadas por el espíritu de servicio público y
tiene como fuente básica la evolución humana. “La ética pública es la ciencia
que trata de la moralidad de los actos humanos en cuanto que realizados por
funcionarios públicos.” (Rodríguez Arana; 1998: 6).
Por lo anterior, se
entiende por ética pública la parte de la disciplina ética que trata las
actitudes que realizan los políticos, funcionarios y servidores públicos en el
desarrollo de su trabajo. La ética pública observa y analiza los actos humanos
realizados por aquellos durante el desarrollo de sus labores y tiene por fin
lograr que estos apliquen el sentido del deber en beneficio del Estado.
De acuerdo a lo antes
expuesto, nuestro Estado-Nación ha estado sometido a una serie de amenazas que
afectan de forma importante su desarrollo integral y por ende la seguridad;
estas se presentan de muchas maneras tales son los casos de la pobreza extrema,
la exclusión social, la dependencia agroalimentaria, el narcotráfico y el
crimen organizado, el latifundio, pero en el caso que nos ocupa y asociado a la
ética pública se encuentra: la corrupción.
Este fenómeno es
entendido por la opinión pública como un problema de los políticos y
funcionarios en el manejo de los fondos públicos, lo cual genera un derroche de
recursos, incumplimiento de metas, ineficiencia en la prestación de servicios y
muy especialmente perjuicio en la sociedad, la corrupción asume una expresión
concreta tales como: el uso ilegítimo de información privilegiada, sobornos,
tráfico de influencias, malversación, extorsión, caciquismo,compadrazgo,
nepotismo, prevaricación entre otros, sin embargo, cabalgamos sobre una
realidad mucho más compleja que se puede resumir como el resultado de la suma
de unas causas y unas condiciones, es decir,
el fenómeno de la corrupción es consustancial al sistema de dominación
de clases y mientras este perdure, el esfuerzo deberá estar dirigido a
minimizar las causas que la generan y las condiciones que la propician y
potencian.
Así tenemos, que cuando
se habla de causas, las mismas tiene un origen macro y su naturaleza puede ser
política, económica y social. Siendo que desde el punto de vista político, se encuentran elementos como: la
vulnerabilidad de los sistemas, falta de voluntad política del Estado, bajo
niveles de participación popular, desde el punto de vista económico, se tiene: la
marcada desigualdad de la riqueza, inequidad distributiva, ausencia de
transparencia en la gestión y nula rendición de cuentas y desde el punto de
vista social, existen aspectos tales como: los niveles de aceptación o
rechazo, la debilidad en el control
ciudadano y el deterioro ético. Por otra parte, las condiciones son aquellas
situaciones o circunstancias indispensables para la existencia de estas causas,
se tiene que son el resultado de la suma de las oportunidades y los riesgos,
siendo que entre las oportunidades se consigue la existencia de brechas o
fisuras en los aparatos judiciales, administrativos y económicos, los cuales
propician su ocurrencia y los riesgos, relacionados con el grado de inmunidad
que desarrollan algunos actores políticos a través de lo que se denomina
inmunidad.
En el marco de la
observación anterior, surge una incógnita: ¿Realmente la corrupción se combate -como
señala Almeida- con un programa masivo de
"educación en valores" y con un sistema judicial que castigue
inclementemente a los corruptos?, por lo mismo, esta observación no tiene
relevancia sino más bien peca de economicista. Comparto su visión, hay que
tener una vista mucho más lejana, como el famoso Ojo de Halcón, en
aquella célebre novela “El último de los Mohicanos”; y la mira llega al sistema
capitalista en el que nos encontramos inmersos.
En el libro
“La Moralidad del Capitalismo”, Ayd Rand nos explica como el sistema
capitalista llegó a su madurez en el siglo comprendido entre 1750 y 1850 como resultado de tres
revoluciones. La primera fue una revolución política: el triunfo del
liberalismo, sobre todo de la doctrina de los derechos naturales, y la idea de
que el gobierno debía estar limitado en sus funciones a la protección de los
derechos individuales, entre ellos los derechos de propiedad. La segunda
revolución fue el nacimiento de la ciencia económica, ejemplificado en La riqueza de las naciones de Adam
Smith. Smith demostró que, cuando las personas tienen la libertad de perseguir
sus propios intereses económicos, el resultado no es el caos sino un orden
espontáneo, un sistema de mercado en el que se coordinan los actos individuales
y se produce más riqueza que en una economía dirigida por el gobierno. La
tercera revolución, obviamente, fue la Revolución Industrial. La innovación
tecnológica permitió un apalancamiento que multiplicó significativamente el
poder de producción del hombre. Como consecuencia, no solo aumentó el nivel de
vida de todos, sino que, además, ofreció a las personas despiertas y
emprendedoras la posibilidad de aspirar a generar una fortuna inimaginable
hasta entonces.
En cuanto a
la ciencia económica a través de la
Escuela denominada Administración Científica del Trabajo, se creó el
paradigma del “homoeconómicus”, como hipótesis del comportamiento racional, lo
importante era u individuo que produjera y su incentivo estaba fundamentado en
que a mayor producción mayor salario, el hombre social, el de las mtivaciones,
satisfacciones y necesidades era una utopía;así cuando se intenta analizar el
comportamiento político desde la racionalidad económica, se llega fácilmente a
la conclusión de que la corrupción es sistémica.
La misma se
origina en las oscuras interrelaciones entre los grandes centros de poder
económico y financiero y sus correas de transmisión política y se diseminan por
los distintos niveles administrativos, alcanzando su máxima expresión en los
países menos desarrollados con sociedades débiles y menos articuladas. De este
modo la lógica de funcionamiento del sistema económico capitalista sería la
causa fundamental de una corrupción sistémica y globalizada, que no debe
considerarse como una anomalía sino un rasgo esencial y generalizado del
sistema, fruto de una concepción de las relaciones basadas económicas basadas
en exclusivamente en el beneficio personal, la racionalidad económica y la
competitividad.
Se desarrolla
entonces, una serie de falacias que han venido a consolidar el sistema por
cuanto como señala López: “El capitalismo no se expresa de la misma manera en todos los sectores de
la economía, ni en todas las regiones de un país, ni en todo los países, ni en
todos los estratos sociales. No cabe duda de que hay una componente espacial y
temporal, además de una componente social. No todo el mundo percibe de la misma
manera el funcionamiento del sistema al que pertenecemos porque no todos
vivimos exactamente las mismas experiencias”. Esta filosofía general se ha
centrado en premisas falaces tales como:
1. La única
forma de crear riqueza para el pueblo es mediante el crecimiento económico.
2. El sistema
capitalista se sustenta en la democracia. La democracia es el menos malo de los
sistemas.
3. La
libertad implica inevitablemente desigualdad. Cualquiera puede prosperar en el
capitalismo.
4. El sistema
capitalista es el único posible. No hay un
sistema económico serio alternativo
Como se lee,
este sistema ha contribuido a generar una serie de antivalores que como señala
Haiman El Troudi, qen su libro “Ser Capilista es un Mal Negocio”, destacan:
1. Explotación del hombre por el hombre
2. Mercantilización del trabajo
3. Privilegios para pocos.
4. Tanto tienes, tanto vales
5. Culto al fetiche materialista
6. Pragmatismo insensible: El fin justifica los medios.
7. Resignación a ser oprimido.
8. Todo se compra y se vende
9. Consumismo
En este sentido, el
comportamiento político en el modelo capitalista se estudia desde el
individualismo metodológico, que implica analizar el Estado no como un ente
orgánico sino como una agregación de individuos: políticos y burócratas con sus
intereses y preferencias individuales. Esta hipótesis supone que estos
antepondrían estas preferencias al interés público en el ejercicio de sus
responsabilidades.
De acuerdo a Casanova en
su libro: Corrupción y Capitalismo, “...Hoy, vivimos un tiempo en que la
acumulación original es característica esencial del neoliberalismo globalizador
con variadas formas de corrupción que son legitimadas
por el sistema dominante y sus publicistas. Si “la corrupción”, es
denunciada por las fuerzas hegemónicas, lo es como un mal siempre disociado de las políticas del neoliberalismo de paz y de
guerra. Los defensores de la “dignidad humana”, de la “prensa libre”, y todo el
aparato retórico del imperialismo neoliberal, como el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional, apoyados por importantes grupos de las “clases
políticas”, de las “élites tecnocientíficas” y de los “medios de comunicación”,
logran ocultar las dimensiones macrosociales de la corrupción y de la
depredación neoliberal, emprendiendo batallas de distracción “contra una
corrupción” cuidadosamente acotada como fenómeno delictuoso y criminal, y más
bien característica del “sector público” de la economía, de cuyas empresas,
riquezas y presupuestos de ingresos y egresos, las megaempresas y el
imperialismo se apoderan todo lo que pueden...”
Un ejemplo de lo
señalado, lo cual no deja a dudas la forma en como opera el capitalismo,
creando una corrupción globalizada y penetrando la esfera políticas de las
naciones, se tiene con la constructora brasileña Odebrecht, la mayor
compañía de ingeniería y construcción de América Latina, la cual pagó en torno
a 788 millones de dólares en sobornos en doce países de América Latina y África
entre 2013 y 2016, los pagos se hicieron a funcionarios gubernamentales para
obtener ventajas empresariales y se le adjudicaran contratos públicos en más de
100 proyectos.
Para ello usaron el
sistema financiero global que incluye el sistema bancario de los EEUU, para
disimular la fuente y el desembolso de los sobornos mediante el traspaso de
fondos a través de una serie de compañías ficticias. Los sobornos eran pagados
a través de una compleja red de compañías de referencia con transacciones que
quedaban fuera de los libros de contabilidad y con cuentas bancarias off shore.
Este argumento nos debe
poner en posición de cuestionar el modelo político actual, nos invita a señalar, que para acabar con la corrupción se hace necesario extirpar el
modelo capitalista, a través de crear
una conciencia emancipadora de un sistema que tiene una incidencia global en
los espacios de poder, creando una ruptura de la esfera política y cultural de
cada nación, puesto que en palabras de Burhan Ghalioun,, hay una sujeción de la
cultura a la lógica economicista, representada por la acumulación del capital.
Para Hans Kung, el fin de
la ética en política tiene un fin noble: “rescatar la dignidad humana -y
continúa-, el hombre ha de ser más de lo que es: ha de ser más humano. Es bueno
para el hombre lo que preserva, fomenta y realiza. Su humanidad, y todo ello de
una forma totalmente nueva. El hombre ha de explotar su potencial humano, en
aras de una sociedad humana y un ecosistema intacto, cambiando básicamente su
rumbo de actuación.
En nuestro país, como
parte del conjunto de planes, programas, proyectos y procesos (Desarrollo
Integral), se estableció el Plan de la Patria (Segundo Plan Socialista de
Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019), que como 2° Objetivo
Histórico establece: “Continuar construyendo el Bolivarianismo del Siglo XXI,
en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo
y con ello asegurar “la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de
seguridad social y la mayor suma de estabilidad política” para nuestro pueblo.
Asimismo, dentro de los
objetivos estratégicos y generales del referido Plan, para lograr el objetivo
histórico antes señalado se encuentra “Preservar los valores tradicionales del
pueblo venezolano, de honestidad, responsabilidad, vocación de trabajo, amor al
prójimo, solidaridad, voluntad de superación y de la lucha por la emancipación,
mediante la promoción permanente y a través de todos los medios disponibles,
como defensa contra los antivalores del modelo capitalista, que promueve la
explotación, el consumismo, el individualismo y la corrupción, y que son origen
de la violencia criminal que agobia la sociedad venezolana”.
En ese marco destaca
fundamentalmente la propuesta de Garzón de Toma de Decisiones Éticas, ante las
frecuentes situaciones conflictivas o dilemas que en el marco de la actuación
de los políticos, funcionarios y servidores públicos exigen decisiones y si
bien no todos los dilemas son de naturaleza ética, estos surgen cuando se
encuentran relacionados con aspectos de la moral, valores y principios.
Así entonces del
sinnúmero de procesos y modelos de toma de decisiones éticas que se aplique
debe ser pluralista de tal manera que permita, en el proceso de análisis y
reflexión, tomar en consideración diferentes puntos de vista éticos y morales.
De acuerdo a ello, Sara Fry, citada por Garzón, propone un marco general para
mostrar la integración de los contenidos esenciales para la toma de decisiones
éticas, en la cual se tienen en consideración las convicciones y valores
éticos, los conceptos éticos que orientan la práctica profesional, los enfoques
éticos más utilizados y las normas o códigos éticos que orientan el
comportamiento.
Fuentes Consultadas
Bibliografía
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Legislación
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de fecha 24 de Marzo de 2000.
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de la Patria, Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la
Nación 2013-2019, Gaceta Oficial N° 6118 Extraordinario de fecha 4 de Diciembre
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Trabajos
de Grado
Bautista,
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Trabajo de Grado para optar al título de Magister en Ciencia Política y
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Páginas
Web
Pérez,
Gregorio. REBELION, CAPITALISMO y CORRUPCIÓN.
Recuperado: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=17077
López,
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Recuperado:https://joselopezsanchez.files.wordpress.com/2009/06/las-falacias-del-capitalismo7.pdf
Garzón,
Nelly TOMA DE DECISIONES ÉTICAS.
Recuperado:
http://www.bdigital.unal.edu.co/783/10/263_-_9_Capi_8.pdf
Burhan
Ghalioun. GLOBALIZACIÓN, DECULTURACIÓN Y CRISIS DE IDENTIDAD
Recuperado:https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=2023271390110379988#editor/target=post;postID=1093910177543377149