domingo, 12 de febrero de 2017

Entre guerra de culturas: Mi tierra



 Entre guerra de culturas: Mi tierra
Por Sarita Deffitt
Con los pobres de mi tierra, quiero yo mi suerte echar
José Martí

La práctica social está determinada por los usos y las costumbres de cada pueblo y estas representan los que les hace más valioso dentro de su comunidad; siendo el valor aquel principio irreducible de hacer el bien, es decir es toda conducta o acción externa de lo que el alma encarna. No sólo el pensar, el meditar o filosofar, sino la coherencia entre lo que se piensa, dice y se actúa.
Cada cultura representada en su idioma, lenguaje y jerga; en su música, bailes, gastronomía y vestidos o moda, que a su vez está asociada con su territorio, donde esté su potencialidad en frutos, legumbres, cereales, vegetales, proteínas para satisfacer necesidades materiales para la vida; donde el mismo territorio caracterizará las viviendas, las rutas y los caminos, por ende su desarrollo y tecnología en fin determinan el modelo de vida en función de aprovechar lo que la naturaleza otorga para la propia existencia, esta simbiosis hombre-naturaleza también estará mediada por la forma en que cada cultura valore esa relación.
De tal manera que el territorio, la población y la política (como ejercicio del poder), entendido como un poder para la vida, donde cada individuo de la población es un ser social que contribuye al interés general, practicas éstas de las comunidades originarias. Con la modernidad, el desarrollo y el progreso catapultado por visiones de dominación fueron impulsando el deseo vicioso de conquista y expropiación anclados en la arrogancia ciega de detentar el Estado ideal para el desarrollo imparable de la sociedad a través de la negación de la identidad entre el hombre y su territorio, entre la nación y su cultura, entre los hombres y las mujeres con sus valores y principios normativos sociales y morales.
De tal manera, que el siglo XXI, se presenta con el deseo voraz de imponer un nuevo orden mundial las grandes transnacionales quienes a partir de la capacidad tecnológica pretenden imponer su hegemonía, un imperio que acomete extender sus fauces a toda la humanidad a través de la globalización.
La guerra entre culturas presente desde la colonización, hoy es más brutal, ya no es la evangelización, con la imposición de sus creencias y fe, sino a través del despojo de toda creencia y fe por la temible despersonalización del ser, el desarraigo a su identidad, la incapacidad de reflejarse en el otro, por la sensible humanidad de compadecer, de cuidar, de proteger; por un total desarraigo que sobrevendrá en una completa negación de la condición humana tras la búsqueda ficticia de ubicar la razón de vida en las cosas materiales, en las mercancías, en el absurdo proveedor de satisfacción: el consumo.
Siendo este temible roedor gigantesco que nos rodea en todas las esquinas de la casa, de las calles, en el trabajo. Son los grandes medios de comunicación que dogmatizan, alienan y enajenan al punto de imponer los valores del mercado obligando a consumir y trabajar para mantener ese sistema depredador. Quienes con su capacidad publicitaria venden a la población mundial un modelo de vida alejado de sus costumbres, de sus recursos, por lo tanto transformando sus ciudades en réplicas a menor escala y con ello determinados como subdesarrollados.
La aldeanización del mundo intervendrá con conflictos como instrumentos para imponer sus fines: ejerciendo el control de todos los territorios  que necesita, ya que serán sus centros de abastecimiento para mantener por mayor tiempo, lo que consideran el derecho de su pueblo, así éste modelo niegue el derecho de los demás.
De tal manera que Venezuela, es un territorio muy apetecible por el gran potencial energético, acuífero, mineral entre otros; pero el fomento de la identidad nacional, la protección al patrimonio tangible e intangible y por el exaltamiento de los valores patrios, es una amenaza inusual y extraordinaria, por su rebeldía, por los ideales de libertad e independencia. Por ello con Guaicaipuro, José Leonardo Chirinos, con Bolívar, nuestros precursores y precursoras independentistas, el pueblo revolucionario hago mi suerte al andar.
Bibligrafía
Ghalioun, B. Globalización, deculturación y crisis de identidad. http://www.profesorenlinea.cl/Economia/GlobalizIdentidadCultural.htm. Hora de la búsqueda 3:00pm fecha 4/2/17.

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