Entre guerra de culturas: Mi tierra
Por
Sarita Deffitt
Con los pobres de mi tierra, quiero yo
mi suerte echar
José Martí
La práctica
social está determinada por los usos y las costumbres de cada pueblo y estas
representan los que les hace más valioso dentro de su comunidad; siendo el valor
aquel principio irreducible de hacer el bien, es decir es toda conducta o acción
externa de lo que el alma encarna. No sólo el pensar, el meditar o
filosofar, sino la coherencia entre lo que se piensa, dice y se actúa.
Cada
cultura representada en su idioma, lenguaje y jerga; en su música, bailes, gastronomía
y vestidos o moda, que a su vez está asociada con su territorio, donde esté su
potencialidad en frutos, legumbres, cereales, vegetales, proteínas para
satisfacer necesidades materiales para la vida; donde el mismo territorio
caracterizará las viviendas, las rutas y los caminos, por ende su desarrollo y
tecnología en fin determinan el modelo de vida en función de aprovechar lo que
la naturaleza otorga para la propia existencia, esta simbiosis
hombre-naturaleza también estará mediada por la forma en que cada cultura valore
esa relación.
De
tal manera que el territorio, la población y la política (como ejercicio del
poder), entendido como un poder para la vida, donde cada individuo de la población
es un ser social que contribuye al interés general, practicas éstas de las
comunidades originarias. Con la modernidad, el desarrollo y el progreso
catapultado por visiones de dominación fueron impulsando el deseo
vicioso de conquista y expropiación anclados en la arrogancia ciega de detentar
el Estado ideal para el desarrollo imparable de la sociedad a través de la negación
de la identidad entre el hombre y su territorio, entre la nación y su cultura,
entre los hombres y las mujeres con sus valores y principios normativos sociales
y morales.
De
tal manera, que el siglo XXI, se presenta con el deseo voraz de imponer un
nuevo orden mundial las grandes transnacionales quienes a partir de la
capacidad tecnológica pretenden imponer su hegemonía, un imperio que acomete
extender sus fauces a toda la humanidad a través de la globalización.
La
guerra entre culturas presente desde la colonización, hoy es más brutal, ya no
es la evangelización, con la imposición de sus creencias y fe, sino a través
del despojo de toda creencia y fe por la temible despersonalización del ser, el desarraigo a su identidad, la
incapacidad de reflejarse en el otro, por la sensible humanidad
de compadecer, de cuidar, de proteger; por un total desarraigo que sobrevendrá en
una completa negación de la condición humana tras la búsqueda ficticia de ubicar
la razón de vida en las cosas materiales, en las mercancías, en el absurdo proveedor
de satisfacción: el consumo.
Siendo
este temible roedor gigantesco que nos rodea en todas las esquinas de la casa,
de las calles, en el trabajo. Son los grandes medios de comunicación que
dogmatizan, alienan y enajenan al punto de imponer los valores del mercado
obligando a consumir y trabajar para mantener ese sistema depredador. Quienes
con su capacidad publicitaria venden a la población mundial un modelo de vida
alejado de sus costumbres, de sus recursos, por lo tanto transformando sus
ciudades en réplicas a menor escala y con ello determinados como
subdesarrollados.
La aldeanización
del mundo intervendrá con conflictos como instrumentos para imponer sus fines:
ejerciendo el control de todos los territorios que
necesita, ya que serán sus centros de abastecimiento para mantener por mayor
tiempo, lo que consideran el derecho de su pueblo, así éste modelo niegue el
derecho de los demás.
De
tal manera que Venezuela, es un territorio muy apetecible por el gran potencial
energético, acuífero, mineral entre otros; pero el fomento de la identidad
nacional, la protección al patrimonio tangible e intangible y por el exaltamiento
de los valores patrios, es una amenaza inusual y extraordinaria, por su rebeldía,
por los ideales de libertad e independencia. Por ello con Guaicaipuro, José
Leonardo Chirinos, con Bolívar, nuestros precursores y precursoras independentistas,
el pueblo revolucionario hago mi suerte al andar.
Bibligrafía
Ghalioun,
B. Globalización, deculturación y crisis de identidad. http://www.profesorenlinea.cl/Economia/GlobalizIdentidadCultural.htm.
Hora de la búsqueda 3:00pm fecha 4/2/17.
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